Ser madre de una niña

Hello-Kitty

Cuando supe que iba a ser madre no tuve la «típica» sensación o preferencia por el sexo de mi bebé, quería saber si era niño o niña únicamente para poder dirigirme a él o ella con un nombre. En el momento en el que me dijeron que era una niña sentí una enorme alegría, la misma que hubiese sentido si fuese un niño. Siempre tuve claro que intentaría criarla lejos de los prototipos culturalmente asociados a una niña, huiría de vestirla sólo de rosa (me gusta ese color, pero lo mismo que tantos otros) y la gente de mi entorno lo sabía, por lo que también pude evitar verme rodeada de vestidos rosas y puntillitas.

Tanto la ropa de mi pequeña como sus juguetes han sido siempre de todo tipo, de hecho es la única niña de la familia (sus cuatro primos son niños), y claro que ha llevado vestidos, que ha tenido prendas rosas y muñecas, pero también se ha vestido de azul y tuvo coches, por lo que no ha estado expuesta a prototipos típicamente femeninos.

Sin embargo, curiosamente, mi hija siempre se ha sentido atraída por el color rosa (de hecho dice que es su color preferido), y cuando descubrió a Kitty y a Minnie Mouse se enamoró de ambos personajes, pidiéndome incluso sus dibujos, en los que, por cierto, los estereotipos de género están totalmente presentes. Sus primeras preferencias en cuanto a juegos han sido los bebés y las cocinitas, y prefiere actividades como pintar o bailar a jugar a la pelota, aunque también lo hace y le encanta correr y saltar. Con todo esto quiero decir que los gustos de mi hija son los que tradicionalmente se han asociado a las niñas.

Me encanta su gran personalidad y su enorme sensibilidad, no cambiaría nada de ella, pero no deja de resultarme irónico que, por ejemplo, se sienta fascinada por las princesas a pesar de no haberlas visto nunca en casa, lo más cercano a una princesa que ha visto en la tele es Frozen, ya que con dos años pedía insistentemente sus canciones, o que me diga que quiere que le pinte las uñas aunque yo no me las pinte habitualmente.

Es posible que sea una fase, es muy pequeña, y puede que el día de mañana le llamen la atención las Tortugas Ninja heredadas de sus primos, pero mientras tanto, me veo en la situación de intentar alejarla de los estereotipos y al mismo tiempo respetar sus preferencias, y a veces, me resulta difícil.

Teniendo en cuenta que me inclino por un modelo de crianza totalmente respetuoso con l@s niñ@s he pensado que hay una serie de aspectos que debo tener presentes en este sentido:

  • Huir de las etiquetas. Somos nosotros, los adultos, los que etiquetamos, los que tendemos a poner nombre a todo. Un niño o una niña no tiene prejuicios de género a la hora de decantarse por una u otra actividad, por lo tanto, intentaré evitar encasillarla. Creo que de esta forma permitiré que se exprese con libertad. Independientemente de si la sociedad marca que esto es «para niños» o «para niñas», mi hija elegirá. Ella no tiene prejuicios y no seré yo quien se los transmita, sino todo lo contrario. El primer paso es liberarme a mí misma de los estereotipos que afloran en mi subconsciente fruto de las experiencias que he vivido en una sociedad en la que las diferencias de género han estado muy presentes durante años.
  • Ofrecer un modelo libre de estereotipos. En este sentido lo tengo fácil, en mi casa no hay tareas asignadas a papá o mamá en función del género, todo lo que se hace en casa depende únicamente de la disponibilidad y de las posibilidades de cada un@ y de nuestro día a día. Además de ser lo más razonable, creo que es importante que l@s niñ@s asuman desde pequeñ@s que el género no condiciona nuestra vida.
  • Filtrar los contenidos. Es en este punto en el que encuentro más dificultades. Como dije antes, mi hija se siente atraída por personajes «muy femeninos», lo que no supone ningún problema, pero el mundo que rodea a estos personajes (cuentos, animaciones, juguetes…) suele estar lleno de prototipos sexistas, por lo que me tendré que esforzar para encontrar opciones en las que el género masculino esté también presente, en igualdad de condiciones.
  • Educar en la tolerancia y el respeto. Del mismo modo que mi hija tiene y tendrá unas preferencias y serán respetadas, es importante que ella lo haga con los demás. Para ello debemos olvidar algunas cosas que nuestras vivencias han hecho que interioricemos sin darnos cuenta. Porque no hay juegos de niños o de niñas, simplemente hay juegos. El papel de papi en nuestra casa es muy importante en este sentido, ya que participa con naturalidad en el cuidado de los muñecos, acepta con gusto que nuestra hija finja que le pinta los labios o que coloque una diadema en su cabeza.

En definitiva, es nuestra labor luchar por una sociedad en la que los estereotipos desaparezcan definitivamente, en la que no existan roles asignados a niños o a niñas, de forma que sean ell@s quienes elijan libremente, sin estar condicionados como lo han estado muchas generaciones a las que no se les ha dado esa opción. Mi hija jugará con coches o muñecas, vestirá de rosa o azul, bailará o jugará al fútbol, pero lo hará con libertad, del mismo modo que lo haría si fuese un niño, sin etiquetas, sin prejuicios y sin presiones.

7 pensamientos en “Ser madre de una niña

  1. Tienes mucha razon en eso de que las etiquetas y los estereotipos los ponemos nosotros… lo malo es que están en todos lados: en la tele, en el cole, en el parque, en los amigos… desde casa podemos hacer lo que podamos, y nunca mejor dicho, y no dudo de que eso hará que nuestr@s hij@s sean un poquito más libres. 🙂

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    • Sí, los estereotipos los ponemos los adultos, y es cierto que todavía siguen muy presentes en nuestra sociedad, pero cuando observo a mis alumn@s noto que las cosas están cambiando, hay menos prejuicios y más tolerancia y respeto en ese sentido. Nos queda un largo camino, pero creo que ya se ha producido algún cambio.

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  2. Yo soy padre de una pareja, y aunque a la pequeña le tira más lo que tiene en hermano independientemente de lo que sea, es cierto que a veces coge ella sola los muñecos que hay, la acuna y los peina, cosa que nunca hizo el mayor. Ella hasta lo hace con ella misma y con nosotros. También es cierto que al niño le va menos darle patadas a un balón que a la niña, y por supuesto yo no le voy a obligar… Es muy difícil luchar contra los estereotipos porque como dice almademami están en todos lados. Y los demás compañeros del cole los llevan a rajatabla por culpa de sus padres. Y en el parque, y en cualquier canal o tienda… Besitos

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  3. Buenísimo artículo. He tenido alumnas de madres que como tu han intentado educar en igualdad y rompiendo con los estereotipos culturales pero bien es cierto que en la guardería, el colegio, el parque etc están expuestas a que sus amiguitas van vestidas de rosa, les encanta las muñecas, las cocinitas y todo eso. Estas alumnas inteligentisimas saben adaptarse a su grupo y forman parte de él y también adoptan los gustos y roles «guays» de las amigas que le rodean.
    Como dices es dificil mantener la educación bajo unos cánones porque no todo el mundo educa de la misma manera, pero lo conseguiremos!
    Gracias por escribir sobre esto. Te invito a leer mi blog sobre Equigualdad

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    • En el caso de mi hija aún es muy pequeña, y aunque por supuesto que está expuesta a miles de estímulos, de momento su principal referencia somos nosotr@s, por lo que me parece que sus gustos y preferencias son naturales. De todas formas es imposible saber qué parte es innata y qué parte surge por las influencias del entorno.
      Un abrazo y por supuesto que me paso por tu blog!

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  4. Pingback: Reproduciendo estereotipos | conmimuca

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