Premios y refuerzos positivos

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Me resulta sencillo evitar la aplicación de castigos, ya son totalmente contrarios a mi concepto de crianza, pero si hablamos de refuerzos positivos (sobre todo verbales), a veces tengo que hacer esfuerzos para evitarlos, ya que están tan arraigados en nuestra forma de relacionarnos con los niñ@s que es habitual que surjan de manera inconsciente.

Es fácil, mediante refuerzos (positivos o negativos), modificar, eliminar o mantener conductas en l@s niñ@s según nos interese, pero creo que hay otras maneras de hacerlo que, aunque no tienen resultados tan inmediatos, son más significativas y respetuosas. El uso de refuerzos implica que nos centremos en los resultados y no nos paremos a analizar los procesos, que para mí son importantísimos.

Si intentamos que una conducta se repita utilizando premios, da igual el valor material que tengan (una simple pegatina o una carita sonriente), es probable que lo consigamos, pero estaremos enseñando a l@s niñ@s a actuar por recompensas. Seguramente en algún momento intentaremos eliminar el refuerzo, con lo que el mensaje será contradictorio (ahora premio tu conducta y ahora no), por lo que el enfado y la frustración serán bastante lógicos.

Pongamos un ejemplo muy típico. Creemos que ha llegado el momento de quitar el pañal (muchas veces sin contar con lo que quieren nuestr@s hij@s, que son l@s que tendrían que tomar esa decisión), y premiamos el uso del váter u orinal. El niño o la niña tratará de repetir la conducta esperando siempre su ansiada recompensa. En primer lugar estaríamos forzando un proceso que es puramente madurativo y fisiológico y que llegará de forma natural cuando tenga que hacerlo, con lo que el/la niñ@ se sentirá frustrado cuando no lo consiga. En segundo lugar, es posible que tengamos retrocesos cuando eliminemos el refuerzo, del mismo modo que es probable que se repitan las conductas que se reprimen mendiate castigos (leer post «castigos y refuerzos negativos»).

Sin embargo, no todos los refuerzos positivos tienen un componente material. Los refuerzos verbales muchas veces forman parte de nuestra manera de interactuar con l@s pequeñ@s y están tan asumidos que ni siquiera somos conscientes de que los usamos. Si contásemos los «muy bien» que l@s niñ@s escuchan a lo largo del día es posible que nos llevásemos una sorpresa, y bajo mi punto de vista, tienen un mayor impacto en ell@s del que muchas veces pensamos.

Si desde pequeñ@s nos acostumbramos a que cada uno de nuestros movimientos, de los hitos alcanzados o de los paso que damos esté acompañado de una alabanza o celebración, inconscientemente aprendemos que lo importante son los resultados, olvidando la motivación intrínseca de lo que hacemos. Las celebraciones se convierten en el centro de interés sin que se nos ofrezca la oportunidad de pensar en la satisfacción que obtenemos de lo que hacemos (motivación intrínseca), y esto, a largo plazo, puede tener consecuencias en nosotr@s.

Para que se entienda lo que quiero decir pensemos en un niño o una niña con un papel y rotuladores. Si nos enseña la preciosa flor que ha dibujado es muy probable que le digamos «¡qué bonita! ¡me encanta!», puede que incluso se la mostremos a un tercero y continúe así la cadena de alabanzas. En este caso estamos poniendo todo el énfasis en el resultado final, olvidando si al niño o a la niña le gustó dibujarla, si le resultó fácil o difícil y si disfrutó durante el proceso. Sin embargo, si garabatea en un folio y no somos capaces de reconocer ninguna figura en él es posible que no le digamos nada, y tal vez nuestr@ hij@ haya disfrutado muchísimo haciéndolo y al mismo tiempo haya realizado una excelente actividad de creatividad y motricidad. La consecuencia de este tipo de acciones es que buscará repetir aquello por lo que ha conseguido alabanzas, independientemente de la satisfacción que le produzca, y tal vez deje de lado actividades muy gratificantes por las que no obtiene ningún refuerzo.

Con todo esto no quiero decir que haya que reprimir constantemente los «muy bienes» o las felicitaciones,  pero sí pienso que deberíamos reflexionar sobre los mensajes que transmitimos a nuestr@s hij@s. Prefiero fijarme más en los procesos que en los resultados, y aunque hay muchas cosas que celebro con mi hija, intento centrarme en lo que sintió, lo que más le gustó, lo que le resultó más fácil, difícil o divertido, de forma que si mi decide repetirlo, sea porque disfruta haciéndolo, porque le parece importante o porque lo siente.

En resumen, animemos a nuestr@s hij@s, utilicemos palabras de aliento y confianza, pero no hagamos que dependan de motivaciones extrínsecas, de premios o de aplausos, fomentemos su autoestima y así sus decisiones serán más firmes y consolidadas.

3 pensamientos en “Premios y refuerzos positivos

  1. Personalmente no creo que un niño haga un dibujo sin que le guste, la verdad. Al menos los míos sólo hacen lo que les gusta. Pintar, jugar, puzles… Y obtienen el muy bonito independientemente de que dibujen un castillo o una nebulosa. Cualquier trabajo conlleva un esfuerzo, y cuando no son deberes que tienen que hacerse en unas determinadas condiciones y si lo hacen mal se les corrige, para lo demás tienen vía libre y reconocimiento. Pienso que así no se ‘recompensa’ el resultado sino todo el proceso. Pero claro, son apreciaciones distintas. La crianza es lo que tiene… 🙂 Besitos

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    • L@s niñ@s normalmente no hacen cosas que no les gustan, al menos en principio, pero sí he visto muchas veces niñ@s (ya algo mayorcitos, hablo de mi trabajo), demasiado dependientes del «muy bien», que sobre todo cuando tienen libertad para crear no se salen de aquello por lo que han obtenido reconocimiento. Y en el otro extremo están aquellos niñ@s que disfrutan con una actividad, por ejemplo el dibujo, pero que dejan de hacerla porque no obtienen en un momento dado el reconocimiento. Por eso creo que es importante que valoren el proceso y que la motivación de lo que hacen sea intrínseca. Y por supuesto, apreciaciones muchas, eso es lo bonito 🙂

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